Obra comentada por su autora
Querida comunidad:
Siempre me he considerado una persona poco creativa, torpe en manualidades. Cuando mis hijos eran pequeños y me pedían que les hiciera un dibujo me sentía un poco incómoda, porque mis dibujos eran mal proporcionados, y bajo mi punto de vista, feos. A ellos les encantaban, claro, cuando les dibujaba pollitos, ositos, paisajes o familias felices. Siempre he admirado la capacidad de algunas personas para ser creativos, imaginativos, tanto en lo referente a las artes plásticas como en lo referente a escribir bellas historias o cuentos. He aceptado que mis habilidades son otras.
Cuando estuvimos en confinamiento severo algo sucedió en mí, y escribí un sencillo poema inspirado en una meditación en un día de lluvia. Y lo imprimí y necesité pintar algo sobre ese poema. Una amiga colgó en internet unos mandalas coloreados por ella misma, y me parecieron preciosos, muy inspiradores, y casi sin pensarlo pedí por internet un libro de mandalas para colorear y unos rotuladores. A partir de ahí descubrí un mundo de colores, de posibilidades, todas hermosas, combinar colores que contrastaban o con ligeros matices, todo resultaba bello. Empecé a sentirme contenta con mis «obras». Para mí era un mundo nuevo, y además me invitaba a reflexionar, a vivir esos momentos con mis colorinchis, como yo los llamo, en forma de meditación… todo está bien, no hay juicio, puedo elegir el color que en ese momento me inspire, y estará bien, más oscuro, más brillante, más apagado, más vivo… no existe el error, todo es válido, y no es necesario que quede perfecto. Me asombraba ver cómo iba cambiando el efecto que producía el mandala según iba añadiendo colores! Parecía que estaba vivo!!!
Esta práctica se ha ido extendiendo con el tiempo a otras «pinturas», y he coloreado budas, paisajes, y hasta obras de Van Gogh! Eso sí, con mi toque personal, con mi mirada creativa, que he descubierto que también existe, y que empiezo a apreciar como algo hermoso. No sé dibujar, pero me gusta mi forma de colorear, de combinar colores, con armonía, con equilibrio, a veces con contrastes más atrevidos. Me concentro en lo que estoy pintando y los límites entre el mandala y yo misma se van desdibujando, somos uno, y acaba saliendo según esté mi estado anímico, mi mente.
Al principio ponía nombre a los mandalas, según me inspirara el resultado, pero desde hace algunos meses es mi padre quien les pone nombre cuando los termino, y ha descubierto que debajo de su mente práctica y racional se esconde un corazón de poeta. Disfrutamos mucho con este pequeño compartir que nos ofrecen mis mandalas y «obras de arte».
Y esto es lo que puedo compartir sobre cómo el arte me ha ayudado a abrirme a aspectos creativos que estaban ocultos en mi interior… 😊
Con gratitud…
Nieves Martín 🌼🙏